Entreno sin novedades. Ha venido Rubén (ya era hora).
Hemos ensayado unos movimientos con suerte desigual.
Luego he estado distante y un tanto rebotado con gente que no tiene culpa de nada.
Pero es que da la impresión de que nadie tiene culpa de nada. Sólo yo.
Y el peso de toda la culpa es mucha.


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